viernes, 15 de noviembre de 2013

P. MARTÍN LOZANO


MÁRTIRES FRANCISCANOS DE CASTILLA (1936)
por Marcos Rincón Cruz, OFM, Vicepostulador

Martín Lozano Tello nació en Corral de Almaguer (Toledo) el 19 de septiembre de 1900. Sus padres, Román y Carmen, aun siendo pobres, sabían atender a los necesitados. El padre, ciego, se hacía conducir por Martín, el cual perdió a sus progenitores cuando contaba ocho y diez años. Desde pequeño se sintió atraído por el estado religioso.

Ingresó en el seminario menor franciscano de Belmonte (Cuenca) en 1913. Tomó el hábito franciscano en Pastrana (Guadalajara) el 14 de julio de 1916 y emitió su profesión temporal en la misma fecha del año 1917. En dicho convento cursó la filosofía y el primer año de teología, y profesó de votos solemnes el 4 de octubre de 1921. Los otros tres años de teología los cursó en Consuegra (Toledo). Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de 1925.

De 1925 a 1929 se licenció en Sagrada Escritura en Roma y Jerusalén. Acabados sus estudios, empezó su labor en el teologado franciscano de Consuegra como profesor y maestro de disciplina. En el cargo de maestro permaneció un año; en el de profesor, hasta su muerte: dos años en Consuegra, de 1931 a 1933 en Quincy (Illinois, USA), donde había sido trasladado el teologado, y de nuevo en Consuegra de 1933 a 1936.

De natural era bien dotado intelectualmente, introvertido, emotivo, tímido y débil de carácter para afrontar los problemas del estudiantado, lo cual le llevó a renunciar al cargo de maestro de estudiantes de teología. Era amante del estudio, cumplidor de sus deberes, piadoso, sencillo, no dado a disputas ni críticas, prudente, indulgente en las calificaciones, y sabía encajar los desaires que recibía. A quien le propuso que dejase la Orden y pusiese una escuela de su pueblo, contestó que «estaba al servicio de Dios y de sus superiores y que era franciscano, y franciscano había de morir».

Su trabajo principal fue la docencia de materias bíblicas y teológicas. No descuidaba la predicación dominical, sencilla, ni el confesonario, en el cual se mostraba prudente, paciente y caritativo. Escribió también en Cruzada Seráfica algunos artículos bajo el título de Página Bíblica, los cuales le muestran como hombre de vida interior, que sabía poner su ser y su indigencia en la presencia del Señor.

A pesar de su timidez, estaba dispuesto al martirio. Días antes de la guerra civil, le dijo una persona: «¿Cómo anda usted por la calle vestido de hábito? Le van a matar». Y él contestó: «Tengo la mortaja puesta. Cuando gusten, pueden hacer de nosotros lo que quieran». Fue asesinado con parte de su comunidad en Fuente el Fresno (Ciudad Real) el 16 de agosto de 1936.

[M. Rincón Cruz, Mártires Franciscanos de Castilla (1936-1938)
Madrid, Edibesa, 2007, 
pp. 59-105]
Fuente: http://www.franciscanos.org/santoral/victorchumillas.htm

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